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jueves, julio 10, 2025
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Diane Rodríguez: Queremos un país donde nuestros derechos no dependan de una marcha.

La empatía no es solo entender al otro, es reconocer su humanidad como propia. En una sociedad diversa, ponernos en el lugar del otro es el primer paso para construir respeto, justicia y verdadera igualdad.

La reciente movilización de activistas LGBTIQ+ desde Quito hacia Guayaquil evidenció algo más que una expresión de apoyo: representó un acto de resistencia, ciudadanía activa y un llamado urgente a la defensa del espacio público como territorio de igualdad.

La decisión surgió tras la negativa de la Alcaldía de Guayaquil de autorizar el uso del Parque Centenario para la Marcha del Orgullo, a pesar de que una consulta ciudadana virtual mostró un respaldo mayoritario del 85%. Ante esta restricción institucional, activistas de la capital decidieron organizar una caravana de solidaridad que recorrió más de 400 kilómetros para respaldar a sus pares porteños.

La logística fue impulsada por redes sociales, donaciones espontáneas y la coordinación de colectivos de ambas ciudades. “La urgencia de apoyar a Guayaquil unió voluntades”, relatan. A pesar de los obstáculos, lograron asegurar transporte, seguridad y canales de comunicación para una movilización segura y contundente.

Más allá del simbolismo, esta acción reafirma el rol del movimiento como constructor de ciudadanía y defensor de derechos fundamentales. “No venimos solo a marchar, venimos a exigir igualdad y a denunciar la discriminación institucional que persiste en el país”, señaló Diane Rodríguez, activista trans, presidenta de la Asociación Silueta X y ex-asambleísta de Ecuador.


“El respeto a la comunidad LGBTIQ+ no puede depender de si se aprueba o no una marcha. Los derechos humanos no están sujetos a consensos momentáneos ni a validaciones ideológicas” Diane Rodríguez, activista trans y presidenta de la Asociación Silueta X


La recepción del público guayaquileño fue masiva. La presencia de activistas de otras provincias fortaleció el mensaje y evidenció que la lucha por el reconocimiento de derechos no tiene fronteras. “La respuesta fue abrumadora. Este apoyo mostró que la causa es nacional”, aseguraron.

Orgullo: afirmación, no arrogancia

En medio del debate social, el concepto de «Orgullo» continúa siendo objeto de interpretaciones diversas. Para el movimiento, el término simboliza dignidad y resistencia frente a siglos de exclusión. Lejos de representar arrogancia, es una afirmación de existencia y amor propio. “El Orgullo es resistencia. Y sí, puede ser compartido por toda persona que apueste por una sociedad más justa”, afirman.

Con el tiempo, el significado del Orgullo también ha cambiado. Hoy, muchas personas jóvenes lo viven desde una mirada más amplia, que no solo habla de género o sexualidad, sino que también une esta lucha con otras realidades como el racismo, la pobreza o el impacto del cambio climático.

Más allá del desfile: hacia una incidencia estructural

El movimiento LGBTIQ+ en Ecuador reconoce los límites del activismo basado únicamente en eventos conmemorativos. “Sí, hay un riesgo de que las formas se prioricen sobre las luchas estructurales si no hay una estrategia clara”, alertó Diane Rodríguez. Por eso, desde Silueta X han apostado por vincular cada marcha con espacios de formación, foros legislativos y exigencias concretas como la salud integral, la justicia para víctimas de transfemicidio y el acceso a empleo sin discriminación.

Entre los temas que el colectivo considera prioritarios se encuentran la protección de infancias y adolescencias trans, la salud mental, la inclusión educativa y el reconocimiento legal de las familias diversas. Además, llaman a incorporar en la agenda pública la intersección con otras crisis como la migración, el cambio climático y la violencia en zonas rurales.

Restricción del espacio público: ¿retroceso democrático?

La decisión de la Alcaldía de Guayaquil de restringir el uso del Parque Centenario ha sido leída como una manifestación preocupante de censura institucional. “El uso del espacio público es un derecho constitucional. Negarlo bajo argumentos de orden o tradición perpetúa la exclusión”, denuncian desde la organización.

La movilización respondió con firmeza: activistas presentaron acciones legales, convocaron a la comunidad y lograron transformar el impedimento en una mayor visibilidad de la causa. “La calle es nuestra también, y no dejaremos de ocuparla”, enfatizó Rodríguez.

La organización recordó que un desfile, como la Marcha del Orgullo, es una forma legítima de expresión democrática. Su función no es imponer identidades, sino reclamar igualdad. Para contrarrestar los prejuicios, combinan la acción pública con campañas educativas que promueven el respeto y la comprensión.

“El respeto a la comunidad LGBTIQ+ no puede depender de si se aprueba o no una marcha. Los derechos humanos no están sujetos a consensos momentáneos ni a validaciones ideológicas”, sostuvo.

Miembros del Comité de Orgullo Guayaquil durante la organización de la marcha 2025, frente a las restricciones municipales al uso del espacio público. Foto ccortesía
Miembros del Comité de Orgullo Guayaquil durante la organización de la marcha 2025, frente a las restricciones municipales al uso del espacio público. Foto ccortesía

Miradas internacionales y enseñanzas para Ecuador

Desde Ecuador, los movimientos observan con preocupación la represión de marchas del Orgullo en países como Rusia, Hungría o Turquía. “Nos recuerdan lo frágiles que son los avances cuando no hay una defensa activa de la democracia”, señala Rodríguez. En el país, aunque existen garantías legales, la implementación es dispareja y aún persisten discursos de odio y discriminación institucional.

Las lecciones internacionales son claras: la organización comunitaria, la presión internacional, la visibilidad estratégica y la resiliencia son pilares para sostener la lucha. Desde la Federación Nacional de Organizaciones LGBTI y Silueta X, se promueve un activismo articulado que conecte lo local con lo global.

Cultura, memoria y testimonio: narrativas de resistencia

El movimiento reconoce que la lucha no se libra solo en las calles ni en los tribunales. La cultura, el arte y la memoria han sido herramientas poderosas para transformar la percepción social. Documentales, campañas, testimonios personales y archivos de la violencia sufrida han dado rostro y voz a la resistencia.

“La memoria de nuestros mártires y la historia de nuestra lucha son parte fundamental del camino. Nos recuerdan de dónde venimos y hacia dónde debemos avanzar”, señala la ex-asambleísta.

Hacia un futuro inclusivo y con justicia

Mirando al futuro, el movimiento plantea retos claros: erradicar la violencia estructural, lograr políticas públicas integrales, consolidar una educación inclusiva y garantizar el acceso a salud y empleo sin discriminación.

“Queremos un país donde nuestros derechos no dependan de eventos puntuales como una marcha, sino de políticas sostenidas que garanticen respeto, justicia y dignidad”, concluye Diane Rodríguez, reafirmando el compromiso de Silueta X con una lucha que no termina en las calles, sino que se extiende a los espacios institucionales, legales y culturales del Ecuador.

 

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