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Cien años cultivando paciencia: el bonsái florece en el mundo moderno y en el corazón de Brooklyn

Un recorrido por la historia, el simbolismo y la vigencia de este arte milenario que en 2025 celebra su centenario con una destacada exhibición en el Jardín Botánico de Brooklyn.

En 2025, el mundo conmemora los cien años del reconocimiento internacional del bonsái como una forma de arte viva. Aunque sus raíces se hunden en la antigua China imperial, donde se practicaba el penjing, y fue perfeccionado en Japón como expresión estética y espiritual, fue en 1925, durante una exposición en Tokio, cuando el bonsái cruzó el umbral de la jardinería tradicional y comenzó a ser valorado como arte, al nivel de la pintura o la escultura.

Desde entonces, estos árboles en miniatura, esculpidos con paciencia y precisión, han atravesado culturas, generaciones y fronteras. El bonsái representa mucho más que una técnica horticultural: encarna el paso del tiempo, la lucha contra los elementos y la búsqueda de armonía en la imperfección. Hoy, un siglo después sigue floreciendo en museos, jardines y hogares, como símbolo de contemplación y respeto por la naturaleza.

Follaje otoñal en el Jardín Botánico de Brooklyn, donde los bonsáis también celebran el paso del tiempo con cada hoja que cambia de color. Foto: Rebecca Bullene.
Follaje otoñal en el Jardín Botánico de Brooklyn, donde los bonsáis también celebran el paso del tiempo con cada hoja que cambia de color. Foto: Rebecca Bullene.

Brooklyn: un siglo cultivando arte vivo

Entre los espacios más emblemáticos que celebran este centenario se encuentra el Jardín Botánico de Brooklyn (Brooklyn Botanic Garden, BBG), fundado en 1910. Enclavado en el corazón de Nueva York, este jardín alberga una de las colecciones de bonsáis más antiguas y prestigiosas de Estados Unidos. Su C.V. Starr Bonsai Museum conserva más de 400 ejemplares -algunos de ellos con más de cien años- que se exhiben rotativamente a lo largo del año.

Con el lema Bonsai 100, el BBG ha organizado una programación especial para este 2025 que incluye:

  • Una exhibición ampliada, tanto en el interior del museo como en espacios al aire libre como la Plaza Magnolia, desde el 14 de junio hasta el 19 de octubre.
  • Visitas guiadas y conversatorios con curadores como David Castro, encargado del cuidado de esta colección viva.
  • Talleres prácticos, como The Art of Bonsai, dirigidos a quienes desean iniciarse en esta disciplina que exige paciencia, sensibilidad y compromiso.
El alambrado es una técnica fundamental que permite moldear la forma del bonsái y guiar su crecimiento hacia la estructura deseada. Foto: Michael Stewart.
El alambrado es una técnica fundamental que permite moldear la forma del bonsái y guiar su crecimiento hacia la estructura deseada. Foto: Michael Stewart.

Para Shauna Moore, directora de horticultura del BBG, “el bonsái no es solo horticultura: es una forma de meditación activa, un arte que enseña a observar con paciencia y a intervenir con respeto”. En una era dominada por lo digital y lo inmediato, esta práctica milenaria ofrece una experiencia tangible y reflexiva.

Entre raíces orientales y paisajes neoyorquinos

El BBG no solo resguarda bonsáis centenarios, sino también un jardín japonés icónico, diseñado por el paisajista Takeo Shiota en 1915. Este entorno paisajístico, de serena belleza y simbolismo, refuerza el mensaje profundo del bonsái: la coexistencia entre lo natural y lo humano, entre el cambio constante y la permanencia.

Celebrar cien años del bonsái es también mirar hacia el futuro. En diversas ciudades del mundo:  Tokio, Madrid, São Paulo, Ciudad de México y Nueva York, se están llevando a cabo simposios, exhibiciones y actividades que ponen al bonsái en diálogo con temas actuales como la sostenibilidad, la salud mental y el vínculo con el entorno natural.

Un arte que nos invita a detenernos

Más allá de su apariencia delicada, cada bonsái encierra décadas de historia, cuidado y resiliencia. Es un arte que no se impone, sino que acompaña el crecimiento natural con sabiduría, moldeando sin forzar. En cada rama retorcida y cada hoja cuidadosamente podada, el bonsái nos recuerda que la belleza también florece en lo pequeño, en lo lento, en lo esencial.

Prunus sp. (cerezo) en flor, una de las especies destacadas del Museo del Bonsái. Foto: Michael Stewart.
Prunus sp. (cerezo) en flor, una de las especies destacadas del Museo del Bonsái. Foto: Michael Stewart.

En su centenario, el bonsái no solo sobrevive: inspira. Y desde Brooklyn, uno de los rincones verdes más emblemáticos de Nueva York, continúa su silenciosa lección sobre el arte de observar, esperar y respetar la vida en todas sus formas.

 

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