Cada 24 de enero el mundo vuelve la mirada hacia la educación, recordando su papel esencial en la construcción de sociedades más justas, equitativas y sostenibles. En 2025, la reflexión llega marcada por un lema que interpela a todos: “IA y educación: preservar la autonomía en un mundo automatizado”. Este llamado de la UNESCO invita a pensar en cómo la inteligencia artificial, con su enorme potencial de transformación, debe integrarse en la enseñanza y el aprendizaje sin perder de vista el valor humano que sostiene todo proceso educativo: la capacidad de razonar, cuestionar y actuar con ética.
En un planeta donde 250 millones de niños y adolescentes no tienen acceso a la educación y 763 millones de adultos permanecen en situación de analfabetismo, la educación se reafirma como una herramienta esencial no solo para cerrar brechas de desigualdad, sino también para permitir que las comunidades participen activamente en la construcción de un futuro más justo. La irrupción de la inteligencia artificial, aunque promete avances revolucionarios, plantea también retos éticos y sociales de gran alcance. La UNESCO subraya que es vital que la tecnología empodere a las personas en lugar de sustituirlas, lo que exige un sistema educativo que combine competencias digitales con pensamiento crítico, ética y creatividad, garantizando que las nuevas generaciones no solo dominen herramientas, sino que aprendan a usarlas en beneficio del bien común.
En Ecuador, los avances recientes reflejan esfuerzos significativos por parte del Estado. Más de 2.8 millones de estudiantes reciben alimentación escolar en más de 12,000 instituciones, con una inversión de 115 millones de dólares. Se destinaron 89 millones a rehabilitar escuelas rurales y se incorporaron nuevas materias como Educación Financiera y Desarrollo Sostenible en el currículo, beneficiando a 4.1 millones de estudiantes. También se fortaleció la inclusión con más de 50,000 estudiantes con discapacidad que reciben atención especializada y con 39,379 personas que retomaron sus estudios a través del programa “Todos al Aula”. Sin embargo, persisten sombras preocupantes: la violencia y la inseguridad también alcanzan al sistema educativo. En 2024 se registraron más de 300 denuncias de extorsión a docentes y familias, lo que obligó a implementar programas de protección para garantizar la seguridad de estudiantes y maestros.
“educar no es solo transferir conocimiento, sino empoderar a las personas para que construyan un futuro donde la autonomía, la ética y la equidad sean valores fundamentales”. UNESCO
Más allá de estos logros puntuales, el sistema educativo ecuatoriano arrastra desafíos estructurales que limitan su desarrollo. La inversión pública en educación se mantiene por debajo del 5% del PIB, lo que se traduce en aulas deterioradas, carencia de recursos tecnológicos y programas de capacitación docente insuficientes. Esta situación alimenta una alta rotación de maestros y profundiza las desigualdades territoriales: mientras en las zonas urbanas se avanza en conectividad y programas innovadores, en el sector rural persisten la precariedad y la falta de acceso. El currículo oficial continúa siendo criticado por su escaso vínculo con el mundo laboral, lo que mantiene a muchos jóvenes en desventaja frente a los cambios productivos y digitales. A estas brechas se suma la inercia institucional y la resistencia a la innovación, que mantienen prácticas pedagógicas tradicionales poco alineadas con las necesidades del siglo XXI.
El compromiso con una educación inclusiva y resiliente se reafirmó en diciembre de 2024, cuando la ministra de Educación, Alegría Crespo, se reunió con la representante de la UNESCO, Tatiana Villegas. Allí se destacaron proyectos como el Programa Multianual de Resiliencia (MYRP), que benefició a más de 214,000 niños y familias vulnerables, y la iniciativa Escuelas y Comunidades Seguras, destinada a proteger a los estudiantes frente a la violencia. A ello se suma el proyecto Future Teacher Kit, diseñado para preparar a los docentes frente a los desafíos pedagógicos del siglo XXI. Además, Ecuador ha participado activamente en espacios internacionales como el Global Education Monitoring Report, reforzando su presencia en la agenda global.
La conmemoración del Día Internacional de la Educación 2025 nos recuerda que la tecnología, y en particular la inteligencia artificial, debe estar al servicio de la humanidad. Pero en el caso ecuatoriano, también evidencia que sin una política de Estado sostenida en inversión, innovación y seguridad, los avances serán insuficientes. La educación necesita dejar de depender de medidas aisladas para convertirse en un motor inclusivo y resiliente capaz de enfrentar los retos de un mundo automatizado y de un país atravesado por la desigualdad. Como señala la UNESCO, “educar no es solo transferir conocimiento, sino empoderar a las personas para que construyan un futuro donde la autonomía, la ética y la equidad sean valores fundamentales”.
Fuentes: UNESCO; Ministerio de Educación de Ecuador; informes oficiales sobre programas de cooperación internacional; investigaciones de El Costanero sobre los desafíos estructurales de la educación en Ecuador.