El pueblo montuvio guarda en su interior una inmensa riqueza ancestral reflejada en sus costumbres y tradiciones, que desde tiempos remotos ha llamado la atención de grandes escritores.
Tal es el caso de Juan Montalvo y José de la Cuadra, quienes han dedicado algunos escritos a la vida de estos habitantes del campo, pues los montuvios, además de ser trabajadores, eran reconocidos por su habilidad para crear versos y cuartetos que luego terminaban en cánticos y bailes.
A través de sus amorfinos, expresaban sus más profundos sentimientos, con los que incluso llegaban a enamorar a las damas que participaban de estas inolvidables rondas.
Sin embargo, con el pasar de los años, este patrimonio sonoro y poético se ha ido diluyendo debido a que algunos de ellos han decidido migrar a la ciudad en busca de días mejores, adaptándose a nuevos estilos de vida, lo cual ha provocado que algunos se desliguen de su identidad cultural.
Esta situación genera mucha nostalgia a la manabita Siomara España, quien desde su infancia ha crecido escuchando a quizás los últimos amorfineros, y también ha participado en las festividades tradicionales que se realizaban en fechas especiales, como el cambio del niño en diciembre.
Esta situación la ha motivado a recolectar datos valiosos sobre estos personajes, plasmándolos en pequeños documentales que registran la oralidad de los manabitas, además de que también se encuentran transcritos en su libro denominado “Cosmogonía Montuvia”.
Por otra parte, la también catedrática de Literatura de la Universidad de las Artes menciona que es importante involucrar a la academia en la investigación de estos temas para generar un vínculo con la comunidad y producir un intercambio de experiencias que incentive a los jóvenes a conocer más sobre sus raíces.
Muchos se sienten a veces avergonzados de su identidad por desconocimiento de lo que realmente representa ser parte de este grupo social, pero esto también se debe a que se ha estigmatizado el término montuvio que antes se escribía con “b”, pues se catalogaba como un hombre montaraz y grosero del campo.
Con el tiempo, esta palabra fue modificada por la letra “v” para referirse al montuvio ecuatoriano que habita en el campo, retribuyéndole su valor y la importancia que posee.
Mira la entrevista completa con Siomara España en «Conversaciones frente al mar».