El Chimborazo, majestuoso volcán inactivo de Ecuador, no solo ostenta el título de punto más cercano al espacio exterior, sino que también sorprende por su visibilidad desde Guayaquil, la principal ciudad portuaria del país. A pesar de encontrarse a unos 150 kilómetros de la Costa ecuatoriana, su imponente silueta puede apreciarse en días despejados.
Hoy exploramos los factores que hacen posible este fenómeno y la fascinante conexión entre el Chimborazo y la región costera.
Con una altitud de 6.263 metros sobre el nivel del mar, el Chimborazo es uno de los picos más altos de América del Sur. Aunque su ubicación en los Andes lo sitúa a una distancia considerable de la Costa, su colosal elevación le permite destacar en el horizonte y ser visible desde distintas localidades costeras, incluida Guayaquil.
Diversos factores explican este fenómeno. En primer lugar, la prominente altura del volcán le otorga una presencia dominante en el paisaje, facilitando su visibilidad a larga distancia. Además, la disposición geográfica de Guayaquil en relación con la cordillera juega un papel clave en este espectáculo natural.
La claridad atmosférica es otro elemento determinante. La humedad y la contaminación pueden afectar la nitidez con la que se percibe el Chimborazo desde la ciudad. Sin embargo, en días despejados, cuando la atmósfera está libre de impurezas y el cielo se muestra diáfano, los habitantes y visitantes de Guayaquil pueden admirar la imponente figura del volcán recortándose en el horizonte.
La posibilidad de contemplar el Chimborazo desde Guayaquil, a pesar de la distancia que los separa, es un testimonio de la riqueza geográfica del Ecuador y la majestuosidad de los Andes. Este fenómeno, resultado de la combinación entre la altitud del volcán, la topografía de la región y las condiciones atmosféricas, enriquece aún más el paisaje del país y nos recuerda la grandeza de su naturaleza.