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domingo, enero 12, 2025
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La importancia de los manglares en la protección del clima y su rol como absorbentes naturales de CO2

Ubicado en la línea equinoccial, Ecuador se distingue por su rica biodiversidad, extendida a lo largo de sus cuatro regiones distintivas. En la Costa donde esta diversidad brilla especialmente es el hogar predilecto de los manglares. Entre ellos, el manglar negro o Avicennia germinans, perteneciente a la familia Acanthaceae, destaca no solo por su presencia imponente, sino también por actuar como refugio para una variedad de especies, desde anfibios y reptiles hasta aves, mamíferos acuáticos y crustáceos.

Este tipo de manglar por lo general se encuentra ubicado en la provincia de Esmeraldas, su altura alcanza un promedio de 20 a 25 metros, siendo considerados los mangles más grandes del mundo y crece por encima de la pleamar en condiciones salinas muy altas.

Frecuentemente, el manglar negro coexiste con los mangles rojos y blancos. Estos crecen en armonía en el mismo hábitat y fortalecen la línea costera. Juntos crean una barrera defensiva contra las adversidades climáticas. Gracias a su capacidad para capturar el CO2 y purificar el agua, también desempeñan un papel crucial en la retención de contaminantes, incluidos metales pesados y compuestos orgánicos tóxicos.

No obstante, la tala no regulada ha causado la pérdida de grandes extensiones de estos manglares, amenazando los ecosistemas que dependen de ellos. Reconociendo su valor, el Código Orgánico del Ambiente de Ecuador ha implementado regulaciones específicas para su conservación y restauración. Para contextualizar su importancia global, los manglares cubren unos 152.000 km² en todo el mundo; en Ecuador este ecosistema abarca unos 1.618 km², valorados en $ 90.000 por hectárea según el Ministerio del Ambiente.

A medida que enfrentamos desafíos globales en torno al cambio climático y la conservación, el mangle emerge como un símbolo de resistencia y esperanza. Al proteger y valorar estos ecosistemas no solo aseguramos el bienestar de innumerables especies, sino que también garantizamos un futuro más verde y sostenible para las próximas generaciones. Que la historia de los manglares de Ecuador sea un llamado a la acción, una inspiración para todos nosotros en la lucha constante por un mundo en armonía con la naturaleza.

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