Cada 11 de febrero, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que subraya la importancia de la equidad de género en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Este reconocimiento, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, busca no solo visibilizar la contribución de las mujeres en la comunidad científica, sino también fomentar su acceso y participación en igualdad de condiciones.
Un desafío histórico: mujeres en la ciencia
A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado un papel crucial en el desarrollo científico, aunque en muchas ocasiones su labor ha sido invisibilizada o atribuida a colegas masculinos. Nombres como Marie Curie, la primera persona en recibir dos Premios Nobel en distintas disciplinas, Rosalind Franklin, cuya investigación fue clave para descubrir la estructura del ADN, o Lise Meitner, quien contribuyó al descubrimiento de la fisión nuclear sin obtener el reconocimiento merecido, evidencian las barreras que han debido enfrentar las científicas para ser reconocidas en su ámbito.
A pesar de estos antecedentes, el porcentaje de mujeres en la investigación científica sigue siendo reducido. Según datos de la ONU, menos del 30% de los investigadores en el mundo son mujeres, lo que evidencia una brecha de género persistente en el sector.
STEM: Un futuro con oportunidades iguales
La ciencia del siglo XXI es un motor de desarrollo económico y social. Sin embargo, la exclusión sistemática de las mujeres en este campo no solo representa una injusticia, sino también una pérdida de talento y de innovación. Iniciativas como el programa de la UNESCO “Cerrar la brecha de género en la ciencia” buscan incentivar la participación de niñas y mujeres en disciplinas STEM, desafiando estereotipos y promoviendo un modelo educativo más inclusivo.
Este año, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia reunirá a científicos, líderes académicos y figuras del sector público y privado para debatir estrategias que permitan garantizar mayor equidad en el acceso a la educación y la investigación.
El legado de científicas ecuatorianas
Entre las mujeres ecuatorianas que han dejado una marca significativa en la ciencia, se destacan Carolina Serrano, Katya Susana Romoleroux, Alejandra Camacho y Luvidka Villalobos, cuyas contribuciones abarcan desde la ingeniería biomédica hasta la botánica y la química.
Serrano, reconocida en la lista de Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2020 del MIT Technology Review, ha desarrollado soluciones sostenibles en el ámbito biomédico. Romoleroux, por su parte, ha descubierto y descrito 11 nuevas especies de plantas, consolidándose como una de las botánicas más influyentes del país y ejerciendo como profesora en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Camacho ha enfocado su carrera en la investigación biológica, contribuyendo al avance del conocimiento en ciencias naturales, mientras que Villalobos ha sido galardonada con la beca WISE en Ingeniería Química, destacándose por su excelencia académica y su potencial innovador.
Además, la ciencia en Ecuador se fortalece con la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI), una iniciativa que busca visibilizar y potenciar el trabajo de las mujeres en la academia, promoviendo su participación en espacios de investigación y liderazgo. En este contexto, otras científicas ecuatorianas emergen como figuras clave, como Pamela Mosquera, estudiante de maestría en Microbiología, y Mariela Ramírez, docente de matemáticas y estudiante de posgrado, quienes representan el futuro prometedor de la ciencia en el país.
Educar para transformar
La educación es la herramienta más poderosa para cambiar la realidad de las mujeres y las niñas en la ciencia. La ONU estima que el 90% de los trabajos del futuro requerirán formación en áreas STEM, por lo que garantizar el acceso de las niñas a la educación en ciencia y tecnología es una inversión en el progreso global.
El 11 de febrero no es solo una fecha conmemorativa, sino un recordatorio de que el camino hacia la equidad de género en la ciencia aún está en construcción. Romper barreras, desafiar estereotipos y empoderar a las futuras generaciones de científicas es una responsabilidad compartida por gobiernos, instituciones y la sociedad en su conjunto.