La historia ha demostrado que el nacimiento de un imperio siempre ha estado envuelto en tramas de violencia, guerras, derramamiento de sangre, saqueos, codicias, etc., así como en poner a operar la maquinaria bélica, el uso de la tecnología y del aparato mediático. En ese sentido, los mecanismos del poder y control han estado ligados a la necesidad de invadir las subjetividades, pero también a demoler lo que no permita el alumbramiento del nacimiento del nuevo imperio.
En Ecuador parecería que el camino nos estuviera conduciendo hacia ese escenario. La subjetividad ha sido secuestrada y el ejercicio del poder no titubea a la hora de ejercer control sobre toda la sociedad, por medio de una serie de mecanismos que parecen invisibles, pero que son usados de manera permanente para mantener inmóvil y, a la vez, expectante a una buena parte de la población del posible surgimiento de lo que aquí se denomina el germinar de un nuevo imperio.
El actual régimen está terminando de empujar al país hacia una espiral de violencia total, de fundirnos en el fango de la polarización. Saben que es ahí donde ellos ganan y tienen ventaja: rompen con cualquier posibilidad de armonía. Eso ha corrido como un líquido mortífero y ha trastocado a la población entera. Todo intento de unidad contra este régimen será disuelto, se debe diluir por voluntad propia de los cohesionados o por la fuerza. Mantener a la población dividida, apática, indiferente y engañada bajo la ficción aspiracional, ese es el objetivo. Aún no hemos llegado al nivel de dispararnos de forma literal entre nosotros, pero estamos cerca de hacerlo. Ya los ensayos se dan en el campo de las redes sociales: ahí uno puede leer en ocasiones comentarios cargados como bombas y balas venenosas que son descargadas hacia todo lo que sea diferente, sobre todo hacia lo que no se ve ni piensa como ellos.
Procurar pretender la desaparición de la polarización es caer en un completo sinsentido. El aspecto no pasa por querer buscar que en el país todos sus ciudadanos piensen lo mismo o se asuman política e ideológicamente desde una misma tendencia. Ese no es el cuestionamiento, sino la toxicidad que ha generado este escenario de polarización política y social, y que hasta ahora no ha conducido al país a ningún puerto.
De acuerdo con datos del Observatorio Ecuatoriano del Crimen Organizado, en su boletín sobre homicidios intencionales 2025, en el primer semestre de 2025 Ecuador registró 4.619 homicidios intencionales. Esto representa un incremento del 47% respecto al mismo periodo en 2024. La cifra de homicidios semestral es la más alta registrada en la historia reciente de Ecuador.
La tasa de homicidios por cada cien mil habitantes se desborda en el país. Las provincias más afectadas son las de la franja costera: Los Ríos, con el 62,32%, y Guayas, con el 47,81%, entregadas a un escenario de violencia constante. En el primer semestre de 2024 se registraron 300 homicidios contra NNA entre 10 y 19 años, mientras que para el mismo periodo en 2025 se registraron 504 casos, un incremento intersemestral del 68%.
En Ecuador, la subjetividad ha sido secuestrada y el poder mantiene inmóvil a la población con mecanismos invisibles que siembran miedo y polarización.
El miedo y el pánico generalizado frente a este clima de violencia, que se propaga a luz del día en los espacios públicos, que se mediatiza y se maximiza en los medios masivos de comunicación, así como en redes sociales sin filtro y sin control, carcome todo el tejido social y conduce a la ciudadanía a una especie de atrincheramiento.
Hace unos meses atrás se le vendió al país dos antídotos para la cura definitiva del miedo y desacelerar el pánico. El plan “Fénix”, que al parecer se debió quedar en la cabeza de alguien en el palacio, porque los resultados del “plan” hasta ahora se siguen esperando. Posteriormente salió otro producto al mercado: el incremento del 12% al 15% del IVA. De mayo a diciembre de 2024 se recaudaron por concepto de IVA 5.057 millones de dólares, existió un incremento del 21%, es decir, 889 millones, frente a los ingresos por IVA en igual periodo de 2023.
Ninguno de los dos productos que salieron a la venta como mecanismos disipadores del miedo y del pánico generalizado ha hecho su efecto. Curiosamente, cuando se trata de hacer frente a la espiral de violencia, los recursos no alcanzan o las leyes no son las adecuadas. Pero, cuando se trata de reprimir a los manifestantes que salen a las calles porque ya no resisten más la opresión, entonces milagrosamente aparecen los recursos y son desplegados a vista y paciencia de toda la ciudadanía, utilizados para reprimir, desvivir, como ocurrió en el actual paro que ha tenido como epicentros las ciudades de Ibarra y Otavalo.
Lo cierto es que el miedo sigue siendo un mecanismo de control social, individual y colectivo, y así es como la sociedad ecuatoriana ha vivido durante todo este tiempo: con miedo de tomar un bus, un taxi, de salir con la familia un fin de semana; miedo de que sus hijos o hijas salgan y no regresen nunca más a sus hogares; miedo de abrir la tienda en el barrio por la violencia ejercida por las vacunas y extorsiones; miedo de ocupar los espacios públicos; miedo de alzar la voz porque la fuerza y el rigor del Estado demolerían a quien pretenda desafiarlo.
18 medidas de compensación del gobierno con recursos que aparecieron de algún sombrero: hay “bonos” para desarrollo social y distributivo, alrededor de 55.000 familias recibirán el Bono de Desarrollo Humano desde el 1 de octubre del presente año; 130 millones por concepto de devolución del IVA a adultos mayores; 80 millones de dólares para devolución del IVA a constructores.
Movilidad y Transporte: 150 millones de dólares por concepto de chatarrización; 80 millones de dólares al sector del transporte de pasajeros. Agricultura, Ganadería y Pesca: 100 millones de dólares a través del crédito 7×7, entrega de 1.200 tractores entre 2025 y 2026, entrega de 600 motores fuera de borda para pescadores.
Jugar con la necesidad es una característica del gobierno. Salir a repartir “bonos” a vísperas de un proceso electoral (consulta popular) y en medio de la convocatoria a un paro nacional. Un bono debería responder no a una suerte de “tire hacia arriba y agarre a quien le caiga”. Debe responder a una política pública que de manera estratégica permita a los sectores menos favorecidos la movilidad social. De lo contrario, es solo asistencia, filantropía, que lo único que genera es dependencia.
Al parecer es un método de oxígeno y de creación de contención y músculo político para el gobierno, que le permita de alguna forma manipular el descontento ciudadano en este escenario de múltiples crisis. Así también, arar el terreno popular para la consulta, donde se plantea la posibilidad de ir hacia una Asamblea Constituyente, ya que el imperio no puede nacer bajo la matriz de una constitución “correísta”, sino que debe nacer y ser guiado con una constitución a la carta.