«El ollero
De plumaje pajizo y de porte altanero
para marcar el tiempo es puntual campanero
como diestro albañil tiene lista la masa,
paja y barro mezclando, este genial ollero
para hacer en la horqueta de algún árbol su casa.
Se turnan en pareja: una va y otro viene
acarreando la arcilla desde el suelo a la altura,
y poco a poco surge la cónica estructura
de la fresca mansión que forma de iglú tiene.
Copia de llacta o casa de indígena,
un corredor curvado en espiral
al fondo, la cavidad del nido.
En cuestión de 3 días, todo habrá terminado
ya tendrán su vivienda pillaja y su marido.
Mientras la hembra empolla los huevos,
a la puerta de centinela funge el macho,
y si un villano depredador nocturno se acerca,
en son de alerta con su alarido en clave
denunciará al tirano.
Y cuando los pichones a volar aprendieron
la casita abandonan
que luego en el invierno
la vestirá de verde la paja retoñada.
En la nueva estación levantará otro alero
y elevará su canto a la azul madrugada,
este reloj con alas: el familiar ollero.»
Elías Cedeño Jervis