A Raúl Cabrera siempre le encantó el mar, por lo que se ha dedicado a practicar deportes acuáticos como el surf y lleva ocho años haciendo apnea.
Gilda Rivadeneira es campeona panamericana en esta disciplina y fue la persona que le invitó a ir al Club Apnea Guayaquil, en el cual conoció a Alfredo Rosado, un destacado deportista que en múltiples ocasiones fue vicecampeón del mundo y otros grandes apneístas como Juan Roldán y María Verónica Córdova.
Cabrera comentó cómo se realiza este proceso, el cual debe estar supervisado por un profesional, a través de una de sus experiencias en la que por primera vez logró romper la barrera de los 100 metros sin aletas (DNF).
Él manifestó que lo primero que hizo antes de entrar al agua fue realizar ejercicios de respiración para relajarse y poner su mente en blanco, luego de escuchar la voz de su instructor y el conteo final, se sumergió y despegó manteniendo su postura tratando de deslizarse sin mucho esfuerzo para economizar el preciado oxígeno.
A medida que pasaba el tiempo se dio cuenta de que ya estaba por los 35 metros y segundos después le llegó el primer golpe diafragmático diciéndole: “necesito respirar”, sin embargo, recordó el consejo crucial de su entrenador Carlos Proaño: “Cuando te lleguen las ganas incontenibles por respirar acepta que eres un mortal y trata de vivir con eso, controla tu mente y mueve el diafragma para que ese sentimiento inevitable se disipe con cada ciclo por todo tu cuerpo no solo en tu pecho”.
Cuando pensaba en eso Raúl escuchaba la voz de un diablo interior en su hombro izquierdo como el personaje Pepito Grillo que le decía: “sal, no lo vas a lograr”, “sale, lo intentas más tarde”, “sal, que necesito respirar”, a pesar de esto él sentía que debía domar este demonio interno porque podía sacarlo del Flow State en el que se encontraba.
“Llegué a los 50 metros, di la vuelta y me impulsé de la pared esta vez con menos fuerza para atesorar oxígeno, pero tratando de manejar una buena postura para avanzar más lejos con el impulso, volví a mi cuerpo y mi mente, ya estaba por los 65 metros”, expresó Cabrera, tratando de relajarse para superar los 75 metros que había logrado la semana pasada.
Continuó de esa manera e intentó sobrepasar nuevamente esa marca matando las voces de su interior que le suplicaban y le recordaban que tenía que salir del agua, él entró en un estado de relajación única llamado Zen.
“Una vez que aplastas a tu conciencia y destruyes a ese diablito que te desconcentra el camino es más fácil, aunque es difícil llegar a él, pero cuando lo logras es como si tu cuerpo, mente y alma se fusionaran y realizaras un viaje astral entrando en un estado de conciencia superior, donde solo estás tú viajando interestelarmente por una galaxia interior dentro de la piscina”, siguió diciendo Cabrera.
Pasó los 93 metros, igualando su marca de competencia nacional y recordó que ahí tuvo su primera ‘samba’, que significa perder el control motor que suele proceder al síncope, el cual es como experimentar un ataque epiléptico o realizar un baile de samba, en una competencia el apneísta debe recuperarse solo para que la prueba sea válida.
No obstante, volvió a concentrarse en su propósito haciendo una inflexión, Cabrera detalló que solo el 0,001 % de la población mundial puede llegar a 50 metros con una bocanada de aire, de hecho los Navy Seals en EE. UU. tienen que hacer 50 metros libres debajo del agua como una de sus pruebas y cuando llegan a 100 en apnea ya son parte del Club de los 100, una pequeña élite de atletas esparcidos por el mundo que luchan porque el evangelio de la apnea no desaparezca.
Para él lograr este récord fue como meter un gol de media cancha y en ese momento cuando estaba a punto de tocar la pared, se dijo, asimismo, “tal vez nunca más llegue aquí”, nuevamente había tenido una riña con el diablo y su alma había visitado toda la galaxia en esos casi 2 minutos.
Se volvió a retar diciendo: “voy a virar y tal vez llegaré a los 105 metros con el último impulso”, justo en ese momento sintió como si un tiburón estuviera encima de él, pero, era su amigo Daniel, quien nunca lo había visto realizar esa marca sin aletas, por lo que bajo las órdenes del coach procedió a hacer un rescate, aunque Raúl se encontraba bien.
Este fue un momento memorable en su vida y para todos sus compañeros, de los cuales siempre recibe un apoyo incondicional, además, del emocional, pues lo más importante para un deportista es entrenar en un club consolidado y con buena camaradería.
Algunos de los desplazamientos que Raúl ha realizado son siguientes:
100 metros sin aletas DNF
150 metros monoaleta
138 metros con aletas DYN
Estática
4:34 minutos
Profundidad
50 metros
Observa esta maravillosa práctica en el siguiente vídeo👇: