Cada país cuenta con ciudades capitales o urbes estratégicas que se convierten en motores de desarrollo económico y referentes patrimoniales y culturales, que además juegan un papel importante para impulsar a otras que están en el camino de desarrollar sus actividades turísticas. En el caso de Ecuador, tras los procesos de descentralización, mecanismo político-administrativo que transfirió competencias del Estado central a los gobiernos autónomos descentralizados, ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca asumieron la responsabilidad de impulsar el turismo como eje de progreso. Con recursos propios y creatividad institucional, se propusieron aprovechar su atractivo natural y su riqueza cultural para mostrarse al mundo.
Las cifras de llegadas de turistas han reflejado, en cada caso, un trabajo sostenido que combina la gestión pública con el esfuerzo privado y comunitario. Sin embargo, detrás de los números se esconde un aspecto crucial: la forma en que cada municipio o régimen especial organiza su institucionalidad turística define en gran medida el éxito o fracaso de sus políticas. En esta quinta entrega de la serie Turismo en Ecuador analizamos cómo Quito, Cuenca, Guayaquil y Galápagos han administrado sus recursos, qué lecciones dejan sus modelos y por qué la historia institucional debe servirnos para releer, aprender y actuar.
Cabe destacar que estas ciudades y territorios están vinculados a bienes reconocidos como Patrimonios de la Humanidad por la UNESCO: el Centro Histórico de Quito (1978), las Islas Galápagos (1978, con extensión en 2001), el Parque Nacional Sangay (1983), el Centro Histórico de Cuenca (1999) y el tramo ecuatoriano del Qhapaq Ñan, Sistema Vial Andino (2014). Este estatus internacional no solo les otorga visibilidad, sino que también las compromete a manejar el turismo bajo parámetros de sostenibilidad y conservación.
Quito: continuidad técnica con visión metropolitana
Quito, a través de su Empresa Pública Metropolitana de Gestión de Destino Turístico, creada en 2010 mediante la Ordenanza Metropolitana N.º 309, ha consolidado una estructura robusta con autonomía técnica y financiera. Administra plataformas como SITUR y SICET, regula normativas para establecimientos, brinda asistencia técnica a actores locales y lidera campañas de promoción internacional bajo la marca VisitQuito y la estrategia MICE, orientada a congresos y convenciones.
Esta institucionalidad ha sido capaz de producir datos confiables, rendir cuentas y sostener proyectos más allá de los cambios de administración municipal. Además, la ciudad cuenta con uno de los centros históricos coloniales más grandes y mejor conservados de América, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978.
El programa “Distintivo Q, Calidad Turística”, impulsado por Quito Turismo, se ha convertido en un sello de mejora continua y sostenibilidad. Reconoce a hoteles, restaurantes y agencias que cumplen estándares técnicos y garantizan experiencias de excelencia, consolidando la imagen de la capital como un destino competitivo y responsable.
La fortaleza institucional también ha posicionado a Quito como referente regional en turismo de reuniones, con la capacidad de atraer conferencias y congresos internacionales que refuerzan su imagen como destino competitivo en el segmento MICE.

Cuenca: sostenibilidad con identidad
Cuenca optó en 2004 por un modelo fundacional con la creación de la Fundación Municipal de Turismo, que en 2024 celebró veinte años de existencia. Se ha convertido en una de las instituciones más estables del país, con una identidad basada en la sostenibilidad y la participación ciudadana.
Entre sus logros destacan la certificación internacional TourCert, la adhesión a la red Culinary Capitals y convenios con la OIT para fortalecer la competitividad local. La ciudad publica estadísticas periódicas sobre ocupación hotelera y gasto turístico, generando información técnica para orientar decisiones.
La continuidad también se refleja en la implementación del Plan Estratégico de Desarrollo Turístico y Mercadeo (2016–2021), que permitió diversificar la oferta y articular esfuerzos públicos, privados y comunitarios. Todo esto, sumado a la riqueza patrimonial de su centro histórico (Patrimonio de la Humanidad desde 1999) y su entorno natural, ha consolidado a Cuenca como un destino de identidad coherente y proyección internacional.
Además, la ciudad ha incursionado en el turismo de reuniones: en 2022 fue sede del Event Planners International Summit y anteriormente acogió la Conferencia UNESCO sobre Paisaje Urbano Histórico en 2015.

Guayaquil: entre la resiliencia turística y la liquidación de la empresa pública
El presente de Guayaquil refleja una situación compleja. Por un lado, la ciudad perdió un 22 % de turistas internacionales entre 2019 y 2024 debido a la crisis de seguridad, registrando apenas 433.000 visitantes extranjeros en 2024, la cifra más baja en más de una década (excluida la pandemia). Por otro lado, los estudios del Observatorio Turístico de la ESPOL revelan que quienes llegan encuentran un destino capaz de generar experiencias mayormente positivas.
El boletín del CIEC publicado en julio de 2025 mostró que, por cada comentario negativo sobre inseguridad, hubo diez positivos que destacaban la hospitalidad, la gastronomía y atractivos urbanos como el Malecón 2000, Las Peñas, el Cerro Santa Ana, el Parque de las Iguanas o la Aerovía. La paradoja es clara: antes de viajar, muchos visitantes consideran a Guayaquil un destino de “alto riesgo”, pero tras su estadía reconocen haber sentido mayor seguridad de la esperada, aunque tomando precauciones.
La trayectoria institucional ayuda a explicar este presente. Primero, Guayaquil operó con la Dirección de Turismo, Relaciones Internacionales y Competitividad. En esa etapa, y con visión turística, se impulsó e institucionalizó la Feria Internacional de Turismo (FITE), que desde 2003 funcionó como la gran vitrina del Puerto Principal: un punto de encuentro B2B para operadores y destinos, una plataforma de lanzamiento de productos y rutas, una agenda de negocios y prensa especializada, y un espacio central de programación en torno al Día Mundial del Turismo. La FITE posicionó a Guayaquil en el calendario regional y convirtió a la ciudad en anfitriona de alianzas y catálogos.
El desafío, en definitiva, es que estas fortalezas se conviertan en ejemplos replicables y que las debilidades se enfrenten con urgencia para no comprometer el futuro del sector
Posteriormente, la Dirección se transformó en la Empresa Pública de Turismo, Relaciones Internacionales y Competitividad, que más tarde absorbió Cultura, convirtiéndose en la Empresa Pública Municipal de Turismo, Relaciones Internacionales y Cultura. Con esa transición, el Municipio decidió canalizar los recursos a través de la nueva entidad y retiró el apoyo directo a la FITE. El efecto fue el contrario al esperado: lejos de fortalecer una feria ya posicionada, la debilitó. La FITE perdió respaldo económico y político hasta diluirse con el tiempo, convirtiéndose en símbolo de cómo una decisión política sin sustento técnico puede erosionar logros previos.
A esa fragilidad se sumó que la empresa nunca alcanzó eficiencia ni autonomía financiera. Dependió casi exclusivamente del presupuesto municipal, no desarrolló un observatorio turístico que produjera estadísticas sólidas para la planificación ni diversificó sus ingresos. La marca ciudad “Guayaquil es mi Destino”, que en su momento articuló la estrategia local, también perdió protagonismo.
La liquidación de la Empresa Pública en 2024 no solo frenó la continuidad institucional, sino que también generó inestabilidad en la gestión turística interna. La Dirección General de Turismo y Eventos Especiales, que asumió sus funciones, responde a una lógica más administrativa y municipal, enfocada en actos cívicos y promoción inmediata, pero sin la autonomía ni la visión estratégica que exige un sector económico complejo como el turismo. A diferencia de una empresa pública que podía proyectar relaciones nacionales e internacionales, esta nueva estructura resulta menos efectiva como coordinadora entre todos los estamentos públicos y privados, debilitando la articulación necesaria para sostener el desarrollo turístico a largo plazo.
En paralelo, Guayaquil mostró capacidad en el turismo de reuniones (MICE). El Palacio de Cristal albergó la gala regional de los World Travel Awards en 2018; el Centro de Convenciones Simón Bolívar acumuló más de 6.000 eventos; y en 2019 la ciudad fue sede de las Reuniones Anuales del BID/BID Invest. Entre 2020 y 2023 recibió el título de South America’s Leading Meetings & Conference Destination. Sin embargo, la falta de continuidad institucional tras la liquidación de 2024 debilitó esa proyección y redujo su protagonismo regional.
Hoy persisten iniciativas como Raíces, el Food Show o el Mapa de Atractivos Turísticos, valiosas como herramientas de identidad y promoción, pero más cercanas a inventarios que a productos turísticos consolidados para la venta del destino.
Aun así, Guayaquil conserva ventajas estratégicas innegables: su rol como capital económica del país, su puerto y aeropuerto internacional, la cercanía a playas y reservas naturales y una vida urbana dinámica. Con seguridad, promoción sostenida y desarrollo de productos competitivos, la ciudad aún podría reposicionarse.
Para traducir ese potencial en desarrollo sostenido será necesario reconstruir una institucionalidad robusta, con autonomía, continuidad y base técnica. Más que programas o eventos, lo que la ciudad requiere es fortalecer productos turísticos capaces de sostenerse en el tiempo, lo que implica coordinar y organizar de manera efectiva a todos los actores del ecosistema: hoteleros, operadores, restaurantes, artesanos y transportistas. Solo así Guayaquil podrá consolidar un modelo turístico competitivo y estable.

Galápagos: la perla de la corona bajo presión
El archipiélago de Galápagos es, sin duda, la perla de la corona del turismo ecuatoriano y uno de los destinos más reconocidos a nivel mundial. Su singularidad, ligada a la teoría de la evolución de Darwin, lo convierte en un referente del turismo de naturaleza regulado y en un emblema planetario de biodiversidad. Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en 1978, con ampliación en 2001 para incluir la Reserva Marina, su prestigio internacional ha proyectado la imagen de Ecuador como un país megadiverso y comprometido con la conservación.
La gestión del archipiélago se encuentra bajo un régimen especial. La conservación recae en el Parque Nacional Galápagos (PNG), autoridad ambiental creada en 1959 que administra más del 95 % de la superficie terrestre y marina, regula rutas de visita y controla la carga turística. Junto a esta entidad opera el Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos (CGREG), que coordina la planificación política y económica del territorio con un enfoque en sostenibilidad. A esta estructura se suman instituciones de apoyo como la Fundación Charles Darwin, organizaciones internacionales de conservación y comunidades locales que participan en programas de investigación, educación y turismo regulado.
En 2023, Galápagos recibió cerca de 330.000 visitantes, un incremento del 23 % frente al año anterior, lo que evidenció la creciente presión sobre sus ecosistemas. Para mitigar este impacto, desde agosto de 2024 se elevó la tasa de ingreso a las áreas protegidas: 200 dólares para extranjeros y 30 dólares para ecuatorianos, recursos que se destinan a financiar la conservación y a controlar el crecimiento desmedido de llegadas.
El archipiélago cuenta con productos turísticos consolidados que sostienen su economía: cruceros de expedición de lujo y de mediana escala, tours diarios de island hopping entre Santa Cruz, San Cristóbal e Isabela, excursiones de buceo de clase mundial en Wolf y Darwin, consideradas entre las mejores del planeta para avistar tiburones martillo, y centros de conservación como la Estación Científica Charles Darwin, donde los visitantes pueden conocer proyectos de restauración y programas de reproducción de tortugas gigantes. Estos productos, estrictamente regulados, son comercializados por grandes operadores nacionales e internacionales, así como por agencias receptivas locales que gestionan tours diarios y experiencias específicas.
Más allá del turismo de ocio, Galápagos también ha sido escenario de encuentros académicos y científicos. La conferencia NMUN, Galápagos (2024), organizada por la USFQ, y el 7th Galápagos Research & Conservation Symposium (2025) en el Centro de Convenciones Charles Darwin, refuerzan su perfil como espacio para el debate global en torno a la sostenibilidad. Aunque pequeños en escala, estos eventos se suman a su prestigio internacional en el segmento MICE especializado.
No obstante, el éxito turístico convive con denuncias y amenazas. El crecimiento poblacional en las islas habitadas, más de 35.000 residentes, genera presiones en servicios básicos, residuos y vivienda. La presencia de especies invasoras como ratas, gatos ferales o plantas introducidas sigue afectando la biodiversidad, pese a los costosos programas de erradicación. La pesca ilegal, dentro y fuera de la Reserva Marina, amenaza especies icónicas como los tiburones, mientras que el turismo informal y la presión de algunos sectores por ampliar los cupos de visitantes chocan con los objetivos de conservación. A esto se suman pugnas institucionales y cuestionamientos sobre el uso de los fondos recaudados por las tasas turísticas.
La fragilidad de la gobernanza quedó en evidencia en 2007, cuando la UNESCO incluyó al archipiélago en la lista de Patrimonio Mundial en Peligro, alertando sobre la amenaza que representaban el turismo masivo, la migración descontrolada y las deficiencias en el manejo ambiental. Aunque en 2010 Galápagos salió de esa lista gracias a medidas de control más estrictas, la advertencia demostró que incluso la joya del turismo ecuatoriano puede perder su categoría si la gestión no se blinda frente a las presiones económicas y políticas.
Hoy, los principales esfuerzos se articulan en torno al Plan Galápagos 2030, un marco estratégico que busca orientar la planificación territorial, ordenar el crecimiento urbano, fortalecer la economía local y garantizar la conservación de los ecosistemas marinos y terrestres. Este plan agrupa programas y proyectos alineados en cuatro ejes: conservación ambiental, turismo sostenible, servicios básicos y gobernanza participativa. Entre sus metas destacan la gestión integral de residuos, la transición hacia energías limpias, el fortalecimiento del control marítimo y la diversificación de la oferta turística con criterios de sostenibilidad.

El gran reto de Galápagos es, entonces, equilibrar el valor económico del turismo con la obligación de preservar uno de los ecosistemas más frágiles del planeta. Gestionar residuos, controlar especies invasoras, invertir en servicios básicos, aplicar con rigor el Plan Galápagos 2030 y educar al visitante sobre el verdadero sentido de su contribución son tareas impostergables. La experiencia de Galápagos deja una lección clara para el resto del país: la conservación no es un accesorio del turismo, sino la condición indispensable para garantizar su futuro.
Lecciones para otros destinos
El recorrido por Quito, Cuenca, Guayaquil y Galápagos permite identificar aprendizajes valiosos para todo el país. Estos casos muestran que el turismo no se sostiene únicamente en atractivos naturales o culturales, sino en estructuras capaces de generar continuidad institucional, articular actores públicos y privados, y sostener políticas más allá de la coyuntura política.
Las lecciones son claras: blindar la institucionalidad, invertir en datos y observatorios, diversificar la oferta con identidad propia y apostar por la sostenibilidad son condiciones indispensables para consolidar un destino en el tiempo.
Otros territorios del Ecuador ya han comenzado a recorrer este camino. Portoviejo se ha convertido en un referente al ser reconocida internacionalmente como Ciudad Creativa de la UNESCO en Gastronomía desde 2019. No se trata solo de un título, sino del resultado de un trabajo sostenido en la conservación y salvaguardia de su patrimonio alimentario. Platos emblemáticos como el viche y la tonga han trascendido fronteras gracias a iniciativas como los programas de formación de “sabores vivos”, festivales gastronómicos y estrategias de promoción que posicionan la cocina manabita como un elemento de identidad y desarrollo. Este reconocimiento, además, refuerza el compromiso de Portoviejo con la sostenibilidad y la proyecta como ejemplo de cómo las ciudades intermedias también pueden alcanzar visibilidad global.

El caso de Guayaquil, en contraste, deja una advertencia: un destino no puede sostenerse únicamente en eventos o marcas si no cuenta con instituciones sólidas que aseguren continuidad. La desaparición de la FITE y la liquidación de la Empresa Pública de Turismo muestran cómo decisiones políticas sin base técnica terminan debilitando productos ya posicionados, afectando no solo la proyección internacional, sino también la confianza del propio ecosistema turístico local.
Así como Quito y Cuenca demuestran que la continuidad institucional puede consolidar identidades y fortalecer la proyección global, Galápagos obliga a reflexionar sobre los límites de la capacidad de carga en territorios frágiles, y Portoviejo confirma que incluso ciudades intermedias pueden convertirse en referentes si trabajan con coherencia, identidad y visión de futuro.
El desafío, en definitiva, es que estas fortalezas se conviertan en ejemplos replicables y que las debilidades se enfrenten con urgencia para no comprometer el futuro del sector. La pregunta que queda abierta para ciudadanos y autoridades es:
¿Podremos transformar la gestión turística en un ejercicio de articulación real entre lo local y lo nacional, con modelos que integren identidad, sostenibilidad y continuidad institucional, para que no sea el azar político sino la planificación estratégica la que trace los nuevos derroteros del turismo en el Ecuador?
Bibliografía
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Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos (CGREG). (2023). Plan Galápagos 2030. Puerto Ayora: CGREG.
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ESPOL – Escuela Superior Politécnica del Litoral. (2025, 29 de julio). Boletín de política económica: Experiencia turística en Guayaquil. CIEC.
Fundación Municipal de Turismo para Cuenca. (2016). Plan Estratégico de Desarrollo Turístico y Mercadeo del Destino Cuenca y su área de Influencia 2016-2021. Cuenca: FMTPC.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). (1978). Declaratoria de Quito y Galápagos como Patrimonio Mundial. París: UNESCO World Heritage Centre.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). (1999). Declaratoria del Centro Histórico de Cuenca como Patrimonio Mundial. París: UNESCO World Heritage Centre.
Organización Mundial del Turismo (OMT/UNWTO). (2023). 68.ª Reunión de la Comisión Regional de la OMT para las Américas. Quito, Ecuador. Madrid: OMT.
Primicias. (2025, 3 de agosto). Guayaquil perdió el 22% de turistas extranjeros por crisis de seguridad, pero visitantes destacan vivencias positivas. https://www.primicias.ec
UNESCO. (2019). Creative Cities Network. Portoviejo, Creative City of Gastronomy. París: UNESCO.
World Travel Awards. (2017–2023). South America’s Leading Meetings & Conference Destination. Londres: WTA.