La maternidad es un proceso cargado de emociones profundas, donde las madres forjan una conexión única con el ser que crece en su vientre. Implica una gran responsabilidad, requiriendo precauciones durante el embarazo para garantizar la salud del bebé y un parto sin complicaciones. Algunas madres optan por complementar su atención médica con medicina natural, que aporta nutrientes beneficiosos tanto para la madre como para el feto.
Un ejemplo es el de Cristina Mejía, quien vivió una experiencia enriquecedora al convivir con la comunidad Wixárika en México. Allí, ella apreció profundamente la sabiduría y el respeto que esta comunidad tiene hacia la naturaleza. Cuando la maternidad la sorprendió, recibió consejos y cuidados que le permitieron llevar un embarazo saludable. Durante su viaje, incluso tuvo la oportunidad de recibir la «bendición de la mamá», un ritual significativo.
De regreso en Estados Unidos, siguió su intuición y optó por dar a luz en su hogar, respaldada por una partera con amplio conocimiento en los procedimientos de parto y habilidades médicas para abordar cualquier eventualidad.
El proceso de parto inició en las primeras horas de la madrugada en un entorno cuidadosamente preparado por ella y su pareja. La habitación estaba impregnada de los reconfortantes aromas del cedro y el palo santo, mientras el calor del horno de leña inundaba el lugar. La tenue iluminación se entremezclaba con sus suspiros entrecortados. Una piscina cristalina y cálida ocupaba el centro de la escena, rodeada de elementos que contribuyen a la serenidad del momento, incluyendo música relajante, inciensos aromatizantes y alimentos reconfortantes.
Ella se entregaba a su trabajo de parto, enfocada en su respiración y sostenida por el apoyo de su pareja. El nacimiento de su hija estaba próximo, y todos aguardaban el momento en que la asistente de parto entraría en acción.
Dentro de la sala, la pequeña piscina de agua casi transparente se convertía en el epicentro de amor y respeto hacia su condición de parturienta. Mientras lidiaba con los esfuerzos del parto, recibía cuidados y se le ofrecía comida y bebida.
Para ella, esta experiencia resultó positiva, nos comenta que el dolor se transformó en alegría en el momento en que su hija, Shahar Illary, llegó al mundo. El amanecer adornado con un arcoíris que se veía a través de la ventana adquirió un significado especial, resonando con el nombre que había escogido para su hija.
Después del nacimiento, utilizó el cordón umbilical para crear un atrapasueños, y la placenta desempeñó un papel crucial en su recuperación postparto y en la producción de leche materna. Todo este aprendizaje fue asistido por mujeres conocedoras de estas prácticas.
Reflexionó sobre las distintas perspectivas de la maternidad influenciadas por la cultura y el entorno. Afrontó la maternidad en medio de una pandemia, lo que, de hecho, facilitó su proceso de recuperación postparto y fortaleció su vínculo con su hija, además de proporcionar la protección y alimentación esenciales a través de la leche materna.
La historia de Cristina Mejía es un testimonio conmovedor de la conexión profunda entre una madre y su hija, y de cómo las circunstancias pueden dar forma a experiencias únicas en la maternidad. Ve más de su historía en nuestro programa «Conversaciones frente al mar».
