Viajar por el Ecuador es un recordatorio permanente de lo mucho que tenemos y, a veces, de lo poco que conocemos. La Amazonía, ese pulmón verde que guarda historias, culturas y paisajes únicos, nos abre sus puertas a través de un cantón que hace honor a su nombre: La Joya de los Sachas, en la provincia de Orellana.
Quienes llegan hasta aquí descubren un lugar donde la naturaleza se mezcla con la vida cotidiana de sus comunidades. Ríos que invitan a bañarse, cascadas que refrescan el alma, lagunas que espejean el cielo y selvas que resguardan la biodiversidad más sorprendente. Pero no solo se trata de paisajes: lo más valioso de este rincón amazónico es la gente, su cultura y la manera en que han sabido mantener vivas las tradiciones.
La Joya de los Sachas es tierra Kichwa, un espacio donde la selva no se mira desde lejos: se vive, se respira y se comparte. En lugares como el Centro Comunitario Panga Wasi, los visitantes pueden participar de ceremonias de guayusa al amanecer, aprender a elaborar artesanías tradicionales o caminar por senderos que revelan la íntima relación entre el ser humano y la selva. Más que un paseo, es una invitación a convivir y a comprender otra forma de ver el mundo.

La riqueza natural también sorprende. Las cascadas de Las Conchas, Yurak Pakcha o Selva Aventura son postales vivas de agua y bosque. En cada caída de agua hay un espacio para el descanso y la contemplación. El Lago San Pedro, por su parte, permite navegar en canoas o caminar entre senderos que, con suerte, nos regalan el avistamiento de aves y especies propias de la Amazonía.
«En un territorio donde el petróleo marcó rutas, el turismo comunitario puede abrir senderos hacia una economía alternativa respetuosa»
Además, el cantón ofrece experiencias de agroturismo: recorrer fincas de cacao, café o frutas amazónicas, escuchar a los agricultores explicar con orgullo cómo se cultiva la tierra, y degustar sabores que cuentan historias de generaciones. Este contacto directo nos recuerda que el turismo también es una oportunidad de valorar y fortalecer la economía local.
Acceso y tránsito
Llegar a La Joya de los Sachas es parte de la aventura. Desde Quito, la ruta más común recorre la vía Pifo – Papallacta – Loreto – El Coca, y desde allí se continúa unos 35 km por carretera hasta el cantón. También es posible viajar en bus desde los terminales de Quitumbe o Carcelén, en cooperativas como Baños, Esmeraldas o Putumayo.
La Joya de los Sachas se conecta además con la vía E45A, que atraviesa el cantón en dirección Puerto Francisco de Orellana – Nueva Loja, facilitando el tránsito hacia otros destinos amazónicos.
Recomendaciones para el viajero
Para disfrutar al máximo la experiencia se recomienda llevar ropa ligera, impermeable y calzado cerrado para las caminatas por la selva, reservar con anticipación las experiencias comunitarias como la visita a Panga Wasi, informarse previamente sobre las rutas de senderismo y cascadas habilitadas junto con los servicios disponibles como guías locales o transporte, y respetar siempre los protocolos culturales de las comunidades, pidiendo permiso antes de fotografiar, grabar o acceder a espacios ceremoniales.

Un llamado al turismo consciente
La Joya de los Sachas es más que una joya amazónica natural: es un lugar donde se cruzan historias, sueños e identidades. Su riqueza no solo está en sus cascadas o selvas, sino en su gente: los agricultores, los maestros, los artesanos y las familias Kichwa que custodian saberes ancestrales.
Al promocionar este destino, debemos procurar que el turismo lo visite sin invadirlo; que interactúe sin colonizar, que deje huella en la memoria no en el entorno. En un territorio donde el petróleo marcó rutas, el turismo comunitario puede abrir senderos hacia una economía alternativa respetuosa, enriquecida por la naturaleza y fortalecida por la identidad.
Por eso, cuando pensemos en el próximo feriado, vale la pena mirar hacia la Amazonía y dejar que La Joya de los Sachas nos muestre que otro turismo es posible, uno que nos conecta con nuestras raíces y nos recuerda la grandeza de un país pequeño en territorio, pero inmenso en diversidad.