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Quito, cuna de la independencia y joya histórica de Sudamérica en el mes de la libertad ecuatoriana

Entre su legado colonial y su papel como “Luz de América”, la capital ecuatoriana revive cada agosto la memoria de su historia y la fuerza de su identidad

Cada agosto, Ecuador revive uno de los capítulos más trascendentales de su historia: el 10 de agosto de 1809, cuando Quito se convirtió en la primera ciudad de América Latina en proclamar un grito de independencia frente a la corona española. Este hecho histórico, que marcó el inicio del proceso emancipador ecuatoriano, otorgó a la capital andina el título de “Luz de América”, símbolo de libertad para todo el continente.

En este contexto, agosto adquiere un valor especial para los ecuatorianos, tanto dentro como fuera del país. En ciudades como Nueva York, Nueva Jersey, Miami y otros estados de Estados Unidos con fuerte presencia migrante, el 10 de agosto se celebra como una reafirmación de identidad y un puente emocional que conecta a la comunidad con sus raíces.

La comunidad ecuatoriana en Nueva York, que supera las 400 000 personas, celebra el 10 de agosto reafirmando su identidad desde la diáspora. Foto de trabajadorimigrante.com
La comunidad ecuatoriana en Nueva York, que supera las 400 000 personas, celebra el 10 de agosto reafirmando su identidad desde la diáspora. Foto de trabajadorimigrante.com

Quito, reconocida como la capital más antigua de Sudamérica, fue fundada oficialmente en dos etapas: el 15 de agosto de 1534 por Diego de Almagro y el 6 de diciembre del mismo año por Sebastián de Benalcázar en el sitio actual. Concebida por los colonizadores cristianos para consolidar el poder del Reino de España y evangelizar a los pueblos originarios, la ciudad pronto se convirtió en centro cultural y espiritual de los Andes.

Durante más de dos siglos, Quito fue considerado un auténtico relicario cristiano. Su centro histórico llegó a concentrar la mayor cantidad de iglesias por metro cuadrado entre las capitales sudamericanas. Este fervor religioso impulsó el nacimiento de la célebre Escuela de Arte Quiteña, vinculada a instituciones como la Universidad San Gregorio Magno, fundada por los jesuitas en 1620, y la Santo Tomás de Aquino, de la orden dominica, en 1686.

Taller de la Escuela de Arte Quiteño, donde jóvenes aprenden oficios tradicionales para preservar el legado artístico de la capital. Foto: Escuela de Arte Quiteño / El Comercio. Fuente: www.elcomercio.com
Taller de la Escuela de Arte Quiteño, donde jóvenes aprenden oficios tradicionales para preservar el legado artístico de la capital. Foto: Escuela de Arte Quiteño / El Comercio. Fuente: www.elcomercio.com

Entre sus joyas patrimoniales destaca la Iglesia de San Francisco, iniciada en 1535 por los frailes franciscanos Jodoco Riqui y Pedro Goseal. Alrededor de su convento se cultivaron trigo y cebada para elaborar pan y una cerveza artesanal que, producida desde 1566, es considerada la más antigua de Sudamérica.

El casco histórico de Quito, conocido como el “Vaticano del Equinoccio”, alberga diez templos emblemáticos que narran la historia espiritual y artística de la ciudad, construidos a lo largo de más de tres siglos. La más antigua es la Iglesia y Convento de San Francisco, cuya edificación inició en 1535 y concluyó en 1550, convirtiéndose en la primera iglesia levantada en una capital sudamericana. Le sigue la Iglesia de Santo Domingo, comenzada en 1540 y entregada a la Orden de los Dominicos. En 1562 se inició la construcción de la Catedral Metropolitana, donde hoy reposan los restos del mariscal Antonio José de Sucre.

A comienzos del siglo XVII, en 1605, los jesuitas comenzaron la majestuosa Iglesia de la Compañía de Jesús, célebre por su interior recubierto en pan de oro, y en 1606 se levantó la Iglesia de San Agustín, destinada a la Orden de los Agustinos. En 1617 comenzó la obra de la Iglesia del Sagrario, de estilo neorrenacentista italiano y colindante con la Catedral. Un año después, en 1618, se inició la Iglesia y Monasterio del Carmen Alto, cuna de la primera santa ecuatoriana, Mariana de Jesús.

La Basílica del Voto Nacional, ícono neogótico de Quito, se alza imponente en el Centro Histórico mejor conservado de América Latina, siendo uno de los templos más queridos por los quiteños.
La Basílica del Voto Nacional, ícono neogótico de Quito, se alza imponente en el Centro Histórico mejor conservado de América Latina, siendo uno de los templos más queridos por los quiteños.

El siglo XVIII dejó dos hitos más: en 1701 se erigió la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, donde descansan los restos del marqués de Selva Alegre, Pío Montúfar; y en 1745 abrió sus puertas la Iglesia del Carmen Bajo, fundada por las Carmelitas Descalzas tras el terremoto de Latacunga. Cerrando el conjunto, en plena época republicana, se inició en 1892 la construcción de la monumental Basílica del Voto Nacional, de estilo neogótico, que hasta 2017 fue el templo más alto de Latinoamérica.

Además de su legado arquitectónico y cultural, Quito fue pionera en lo político: su constitución de inicios del siglo XIX es la segunda más antigua de Sudamérica, reflejando el temprano deseo de emancipación frente al dominio europeo.

Por este invaluable patrimonio histórico y espiritual, la UNESCO declaró a Quito como el primer Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978, junto a las Islas Galápagos. Hoy, cada agosto, la ciudad no solo recuerda su papel en la independencia ecuatoriana, sino que reafirma su identidad como “Luz de América”, una joya andina cuya historia sigue viva en cada calle, iglesia y rincón de su centro histórico.

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