La Escuela de Ciudadanía de El Costanero culminó con éxito su primera etapa formativa, un proceso que inició en septiembre con la serie investigativa “Turismo en Ecuador” y que continuó en noviembre con cuatro Master Class impartidas por especialistas de Ecuador, Argentina, España e Italia. Este trabajo marca el cumplimiento de un compromiso asumido por El Costanero: ofrecer a la ciudadanía un espacio de formación pública, análisis crítico y construcción colectiva del pensamiento desde el territorio. La Escuela de Ciudadanía nace como una extensión natural del trabajo periodístico del medio, convencida de que comunicar también es educar y de que la información solo transforma cuando se comprende. Por ello se diseñó como un proyecto accesible, plural y participativo, capaz de traducir temas complejos en herramientas útiles para la vida pública y comunitaria.
Todo comenzó con la serie “Turismo en Ecuador”, ocho entregas que analizaron la historia, la institucionalidad, los avances, las fracturas y las oportunidades del sector turístico. Esta investigación, que coincidió con la fecha en la que ONU Turismo celebra el Día Mundial del Turismo, no fue concebida para celebrar sino para reflexionar. Mientras el mundo destacaba cifras y eslóganes, El Costanero invitó a pensar. Reflexionamos sobre la ausencia de continuidad en las políticas públicas, la desconexión entre territorio y planificación, la importancia de la identidad, el rol de las comunidades y la necesidad de comprender el turismo como política de Estado. Ese ejercicio de análisis fue el punto de partida para lo que vendría después.
Las Master Class de noviembre representaron el siguiente paso: avanzar de la reflexión a la acción. En un formato globalmente reconocido, cuatro especialistas compartieron sus experiencias desde una mirada profundamente técnica y ciudadana. En estas jornadas se abordó el turismo desde su dimensión física, humana, ambiental y urbana, confirmando que es imposible pensar en desarrollo territorial sin comprender primero cómo funciona el territorio y quiénes lo habitan.
Rodrigo Salas Vaca abrió este ciclo con una exposición que permitió diferenciar con claridad un recurso turístico de un producto turístico, explicando por qué poseer un paisaje o una manifestación cultural no garantiza desarrollo. Mostró la necesidad de infraestructura, servicios, actividades planificadas y talento humano capacitado, y recordó que los procesos de desarrollo son, ante todo, procesos ciudadanos. Señaló que no todas las personas se integran al mismo tiempo y que esto es parte natural de las dinámicas comunitarias; algunas participan desde el inicio, otras cuando ven resultados. Lo esencial es mantener procesos abiertos donde cada individuo pueda aportar desde su tiempo y sus capacidades.
A continuación, Romina Leguizamón complementó la jornada desde la dimensión humana del territorio. Su intervención puso en evidencia que el turismo es también un espacio social donde se encuentran identidades, memorias y formas de vida. Habló de sostenibilidad con la convicción de quien trabaja en territorio, insistiendo en que esta no puede quedarse en el discurso. Requiere políticas reales, procesos formativos, articulación comunitaria y corresponsabilidad. Su experiencia en turismo rural y comunitario en Argentina mostró cómo, cuando existe gobernanza territorial, el turismo se convierte en una herramienta de reconstrucción social y de generación de oportunidades.
El segundo día se abrió con la participación de Raquel Castaño Blázquez, quien presentó el turismo ecuestre como una herramienta de educación ambiental y de lectura del paisaje. Su enfoque científico permitió comprender que el territorio no es solo un espacio para visitar, sino un ecosistema vivo que necesita ser cuidado, interpretado y respetado. Con ejemplos concretos, demostró cómo actividades pequeñas y bien diseñadas pueden transformar la relación entre la comunidad y su entorno.
Finalmente, Juana Perlaza cerró el ciclo con una reflexión sobre arquitectura, regeneración urbana y sostenibilidad territorial. Presentó el caso Albano Urbano Greenway, un proyecto que demuestra cómo la ciudadanía, la academia y la administración pública pueden trabajar de manera conjunta para recuperar espacios, fortalecer la identidad local y crear infraestructuras humanas y resilientes. Su intervención recordó que toda regeneración territorial es también un proceso cultural y ciudadano.
Estas cuatro Master Class no fueron conferencias aisladas. Constituyeron un puente entre el análisis escrito de septiembre y la acción formativa de noviembre. Confirmaron la existencia de una ciudadanía que quiere aprender, preguntar, comprender y participar. Las intervenciones y comentarios recibidos desde Zoom, Instagram, Facebook y YouTube reflejaron un interés genuino por mirar el territorio con mayor profundidad y sentido crítico, demostrando que esta Escuela nació en el momento adecuado y con un propósito pertinente.
La primera etapa también contó con la participación de la Junta Cívica de Salinas, que se unió como aval ciudadano a este proceso. Su acompañamiento confirmó que la iniciativa responde a una necesidad real y que la articulación entre sociedad civil, comunicación y educación participativa fortalece el tejido social.
Mientras en muchos espacios se celebraba el turismo, El Costanero eligió detenerse a pensar. Y al pensar, entendimos que la mejor celebración es aprender, comprender y actuar. Estas Master Class marcaron ese paso: transformar la reflexión en acción ciudadana. Porque la ciudadanía informada no solo observa el territorio; la ciudadanía informada lo transforma.
Con este cierre, la Escuela de Ciudadanía completa su primer ciclo de trabajo. Pero no concluye. A partir de 2026 iniciaremos una nueva etapa con módulos ampliados, nuevas series de investigación, más voces internacionales y temas vinculados a gobernanza, planificación territorial, ambiente, cultura, economía, ciudadanía digital y desarrollo local. Continuaremos trabajando con el mismo propósito: ofrecer información que une, promover conciencia que transforma y acompañar a una ciudadanía que despierta, participa y decide.
La Escuela de Ciudadanía apenas comienza. El camino continúa.
