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sábado, diciembre 21, 2024
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Melodías en el Puerto: El legado musical de José A. Valdivieso S. en Guayaquil

Nota de la editora

José A. Valdivieso S., una figura icónica en la historia musical de Guayaquil, es el dueño de un legado imborrable que ha transformado el paisaje sonoro de la ciudad.

En su conmovedora memoria, nos lleva a través de un viaje que abarca décadas de dedicación apasionada a la música clásica. Desde los primeros días de escasez de recursos y oportunidades, hasta la creación de la prestigiosa Orquesta de Cámara Antonio Vivaldi, cada palabra de su relato brilla con el resplandor de una visión audaz y un compromiso inquebrantable con el arte.

A medida que exploramos sus recuerdos descubrimos cómo su influencia ha permeado cada rincón del panorama musical de Guayaquil, cultivando el talento de jóvenes músicos y llevando la música clásica a nuevos horizontes.

Es por tanto que, a través de su memoria, celebramos el renacimiento de la música seria en esta ciudad, un legado que perdurará por generaciones.

A continuación, su relato…

Por José A. Valdiviezo S.

Me he puesto a meditar sobre el estado actual de la música seria en Guayaquil. Lo digo sin falsa modestia: Guayaquil tiene una verdadera Orquesta Sinfónica y ahora también una Filarmónica, sin contar con los diversos conjuntos de cámara y academias musicales. Pero en gran parte, me lo deben a mí.

Desde la muerte del maestro Angelo Negri en 1947, la cultura musical en la ciudad comenzó a perderse poco a poco. El maestro Arijita intentó recuperarla, pero solo fue una intención.

Estudiar violín era prácticamente imposible. Aquellos que lo intentaban eran nuestros jóvenes, quienes podían estudiar con violines 4/4, pero el estudio del violín debería iniciarse a temprana edad y no había violines de medidas apropiadas para que niños de siete años o más pudieran estudiar.

Me di cuenta de esto y en la década de los ochenta me propuse facilitar que nuestros niños más pequeños pudieran estudiar violín. Importé violines de varias medidas, alrededor de 156, y los ofrecí en alquiler.

De esta manera, niños y niñas pudieron comenzar a estudiar violín.

Además, fui quien introdujo el método Suzuki en Guayaquil, el cual simplificó el estudio de los instrumentos de cuerda.

Esa fue la solución, y Guayaquil pronto contó con estudiantes de violín de todas las edades. Pero aún faltaba más que los niños de ocho años en adelante pudieran demostrar su talento. Así que organicé una modesta escuela de música en 1986, la cual llamé «Antonio Vivaldi». De ahí nació la Orquesta de Cámara Antonio Vivaldi. Demostré que sí se podía con los niños, tanto así que en noviembre de 1992, la municipalidad bajo el alcalde León Febres Cordero la acogió y la tuvo como propia durante 35 años.

Lo importante de esta orquesta es que dio la oportunidad para que los jóvenes violinistas, violistas y cellistas se formaran. Tanto es así que la Orquesta Sinfónica de Guayaquil pudo crecer gracias a los jóvenes que salieron de la Orquesta de Cámara Antonio Vivaldi. Además, es importante destacar que en la actualidad, casi todas las academias de música de la ciudad están conformadas y dirigidas por maestros que se formaron en la Vivaldi.

Esta orquesta ha sido dirigida por todos los directores extranjeros que la Sinfónica contrataba, así como también se presentaron renombrados músicos locales, nacionales y extranjeros para dar conciertos con buena aceptación.

Debo decir que esta Orquesta de Cámara ha dado conciertos en El Pasaje, Machala, Naranjal, Milagro, Durán, Yacuachi, Jujan, Daule, Salinas, Santa Elena, General Villamil, Riobamba, Pallatanga, Latacunga, Quevedo, Babahoyo, Manta y Bahía de Caráquez.

En fin, se puede decir que el renacer de la música seria en esta ciudad se debió en gran medida al impulso que supe darle a los valores musicales de la juventud que nacieron por mi iniciativa musical.

No me preocupa si alguien más quiere atribuirse este impulso del renacer de la música clásica en esta ciudad, pues me queda la satisfacción del deber cumplido.

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