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Entrevista a Rafael de la Rubia sobre la creación de Mundo sin Guerras y sin Violencia

Entrevista realizada por Sonia Venegas Paz

Entre 1990 y 1997, el fundador de Mundo Sin Guerras y Sin Violencia, Rafael de la Rubia, vivió en Rusia motivado por su amigo Mario Rodríguez Cobos, (“Silo 1 , creador del Nuevo Humanismo) para editar sus libros y traducirlos al ruso, otros humanistas incluido el propio Rafa aprovecharían esta oportunidad para hacer lo mismo.

En su primer viaje a la U.R.S.S. (Rusia), se conecta con un traductor llamado Pavel Grusko y lo invita a Madrid. Luego, este llega a España y se va a Moscú. Allí conoce a Iván Frolov, que era el director del periódico Pravda, publicación oficial del Partido Comunista durante la época de la Unión Soviética, presidente de la Sociedad de Filosofía y cercano colaborador de Mijail Gorvachov. Más tarde, vendrían muchos viajes entre la Unión Soviética y España.

Rafael de la Rubia nos recibe en Madrid, ciudad en donde habita desde hace muchos años para permitirnos un pequeño diálogo sobre un tema específico: Mundo sin Guerras y sin Violencia.

En esos numerosos viajes entre Moscú y Madrid, Rafael de la Rubia comienza a atar cabos y se da cuenta de ciertas reflexiones que siempre rondaban en su mente pero que carecían de sentido. Dado que cada viaje duraba tres días, disponía de tiempo suficiente para meditar, reflexionar y planificar. Además, retoma sus recuerdos de estudiante, cuando «castellanos, aragoneses y catalanes», en épocas pasadas, se enfrentaban por ser reinos distintos. Al revisar sus memorias y escuchar las impactantes historias de horror sobre los «niños de la Guerra», llega a la conclusión de que su padre podría haber sido uno de ellos.

En otros viajes, comprueba cómo en la frontera de la URSS con Europa levantan el tren por completo, unos 4 o 5 metros, para cambiarles el ancho de vía y así evitar invasiones. Voy viendo, afirma, que en esos lugares donde hubo tantas guerras ahora se vive en paz. En ese recorrido, me encuentro con gente que habla de sus muertos y veo tantas fronteras, todas las tragedias vividas y narradas por los «niños de la guerra». Ahora, se acuerda de sus nietos.

Al parecer, todas estas reflexiones son las que comienzan a dar vueltas en su cabeza, formando la base para crear una institución que con el tiempo acabará siendo lo que ahora se denomina Mundo Sin Guerras y Sin Violencia.

Rafael de la Rubia y Sonia Venegas (entrevistadora). Foto: Cortesía

¿Cómo surgió la idea de formar MSGySV?
Responde que sus familiares jamás le transmitieron los aspectos negativos de la Guerra Civil española. Se cuidaron mucho de que él no se enterara de nada. Va conociendo del tema cuando crece y va investigando. Se entera de que su padre estuvo en el bando «republicano» y su madre se encontraba en el de los «golpistas sublevados».
Paulatinamente, va descubriendo que su familia estuvo en grave peligro de muerte, incluso en un enfrentamiento bélico, sin que lo supieran. Sucedió en el Alcázar de Toledo, una fortificación de carácter militar ubicada en una de las partes más altas de la ciudad de Toledo, España. Su abuelo materno estaba adentro, y su padre afuera. Afortunadamente, asegura que no sucedió lo peor y su abuelo sale de ahí muy enfermo; a los pocos meses, muere después de que concluyó la Guerra Civil.
«A medida que voy creciendo», recalca, «me doy cuenta de la irracionalidad de la guerra». Esta sería la condición desde la cual comenzaría a concienciar y dar forma a la idea de que el futuro será un mundo en el que no existan guerras. Luego vendría lo de Rusia.

¿En qué momento Silo conoce de este proyecto?
Nos encontrábamos varias veces al año; yo era su agente literario y me manejaba entre España y Rusia. Silo comenzó a dar conferencias en Italia, Francia y otras partes de Europa, donde se concentraban sus seguidores. Principalmente, hablamos del tema en 1991 en un encuentro humanista en Milán, Italia. Posteriormente, se retomó el tema en Moscú, Rusia, en 1992. Yo le hablé del proyecto de formar una asociación relacionada con un Mundo sin Guerras. A Silo le agradó la temática y me dijo: «Bueno, ¿y ya tienes esto, lo otro y una serie de cosas con las que no hay que esperar para concretar la idea?». Una vez clarificado el proyecto, llegué a Madrid en 1994, y junto a unos amigos decidimos legalizar la Asociación Mundo Sin Guerras y Sin Violencia. Se comenzó a difundir en varios foros y reuniones. Sin embargo, en 1995, en un encuentro abierto del humanismo que tuvo lugar en la Universidad de Santiago en Chile, se presentó oficialmente la Asociación Mundo Sin Guerras y Sin Violencia. A partir de entonces, pasó a formar parte del Movimiento Humanista como uno de sus organismos.

Además, recuerda lo que alguna vez oyó, ya siendo mayor, de que su padre estuvo incluso en un campo de concentración.

¿Cómo ha sido eso?
Rafa sigue con la narración y afirma que, luego de terminada la Guerra Civil en España, su padre es llevado a un campo de concentración en Lavacolla, en Santiago de Compostela, en un campo de trabajos forzados.

¿Cómo llega su padre a ese campo de trabajos forzados?
Era un buen militar del ejército republicano y no tenía delitos de sangre, ya que desempeñaba el rol de radio telegrafista. Cuando daban por perdida la guerra, en Valencia, le ofrecieron la oportunidad de ir a Rusia en un barco que partía con oficiales hacia ese país. Sin embargo, él no había matado a nadie ni empuñado un arma. Además, ideológicamente no estaba comprometido, por lo que decidió quedarse y regresó andando desde Valencia a Madrid, donde vivía su familia.

Mi padre fue alistado por reemplazo, puesto que por la edad le correspondía cumplir con el servicio militar. Al terminar la guerra, retomó el fútbol, ya que al parecer era muy bueno. Mientras jugaba en el Mallorca, un día llegó una pareja de la Guardia Civil, y terminó en el Campo de Trabajos Forzados de Lavacolla, en Santiago de Compostela.

¿Cómo sale de ahí?
Él entrenaba a los presos que les gustaba el fútbol. Luego de un tiempo, el jefe del campo le preguntó: «¿De qué conoce a la señorita fulana de tal?», refiriéndose a una novia que él tenía en Mallorca, resultando ser hija de un alto dirigente militar.
Posteriormente, le consultaron si le gustaba picar piedra y empujar vagonetas. Ahí cambió su vida y lo pusieron a organizar equipos entre los presos. Cuando finalizó su tiempo en el campo de trabajos, regresó a la capital y jugó en el Real Madrid. Después, se realizó un canje con el Toledo Club de Fútbol, donde fue tanto entrenador como jugador, y es allí donde conoce a María Luisa, su madre.

En 2010, a pocos años de la muerte de mi padre, en la Biblioteca de Castilla La Mancha en el Alcázar de Toledo se presentó el libro de la 1ª Marcha Mundial. Esta acción fue impulsada por MSGySV con el objetivo de eliminar las guerras en el planeta. Fue un homenaje a mi padre, a mi abuelo y, sobre todo, a las futuras generaciones.

¿En cuántos países hay miembros de MSGySV?
Hasta 1999, la organización estaba presente en 15 países; ahora, abarca más de 30. Mundo Sin Guerras y Sin Violencia es una Asociación sin fines de lucro, ideada y creada por Rafael de la Rubia, un español nacido en Madrid. Tras la presentación oficial en Chile, la asociación se convierte en uno de los organismos del Movimiento Humanista.
Para obtener más información, se puede visitar el sitio web humanismomovimiento.net.

Los organismos que pertenecen al Movimiento Humanista hasta la fecha son cinco:
El Partido Humanista; la Comunidad para el Desarrollo Humano; la Convergencia de las Culturas; Mundo Sin Guerras y Sin Violencia; Centro Mundial de Estudios Humanistas, según humanipedia.

«Los niños de la guerra» eran menores que fueron evacuados de la Guerra Civil española y llevados a la Unión Soviética, fueron más de 3,000. Algunos de ellos también se trasladaron a Francia y Bélgica, y aquellos que regresaron lo hicieron desde estos últimos países. Los que estuvieron en la URSS no lograron volver hasta la muerte de Stalin, y muchos fallecieron, otros se casaron y muy pocos retornaron siendo ya mayores.

Lavacolla es un campo establecido en un terreno ubicado en Santiago de Compostela, Coruña, España. Se trata de unas viejas naves situadas junto al aeropuerto de Santiago, con capacidad para 2,000 prisioneros. Este campo operó en 1939 y fue convertido en sede del batallón de trabajadores (trabajos forzados).

Fuente: Pressenza – Redacción España

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