Siempre digo que cualquier campesino de la Costa del Ecuador no es ‘montuvio’ sino solo el que conserva, practica y difunde su cultura montuvia.
Y eso es Marcos Vera Murillo, un legítimo y orgulloso montuvio que desde que nació hace 63 años, el 17 de julio de 1959, en la finca La Paila, del recinto El Retiro, de la parroquia Antonio Sotomayor, cantón Vinces, provincia de Los Ríos, hasta el día de hoy no hace otra cosa que gozar de la vida del campo costeño y enseñar a todos los montuvios a preservar y difundir sus costumbres y tradiciones montuvias.
Desde niño con su padre se fue a vivir a la famosa hacienda Pijío, de propiedad de mi recordado amigo Pepe Burgos Zapatier, donde trabaja ya 46 años, habiendo desempeñado allí todas las labores del campo, tales como el ordeño del ganado, fabricación de quesos, gamarrillas y vetas, manejo de potreros y cercas, entrenamiento de los jinetes para el famoso rodeo montuvio, doma y crianza de la caballada, traslado anual del ganado a las lomas en épocas de invierno, etc.
Fue en uno de esos fantásticos traslados anuales con partidas de más de 600 cabezas de ganado a las zonas altas llamadas lomas y que duraban dos días de camino que conoció en la hacienda Negro Viejo de Balzar a quien hoy es su señora, Herlinda Marieta Ramos Pérez, con quien tiene tres hijos, Marta Cristina, Marianela Soveida y Marcos Alfredo Vera Ramos, quienes siguen al pie de la letra las tradiciones montuvias de su padre.
Es un placer conversar largas horas con Marcos Vera Murillo, quien dice que se debe respetar eso del “doble apellido de todo cristiano” y aunque en su casa no hay “altar de los santos”, como en la mayoría de casas montuvias, se declara católico, aunque solo asiste a las misas de difuntos y a los bautizos de tantas criaturas cuyos padres lo hacen compadre.
Marcos Vera de joven fue un gran ‘caracoleador’ y de otras artes como ‘cambio de yegua al vuelo’ y ‘monta de vaca’ en los rodeos montuvios de la hacienda Pijío, donde todos los jinetes lucen por tradición uniforme negro hasta el sombrero, todos son ‘pata al suelo’ o sea nadie usa zapatos y los caballos son ‘mochos del rabo y del copete’, característica de esta hacienda y dice que por eso es que talvez siempre se llevan los mejores premios.
Este insigne montuvio jamás afloja su machete, sus espuelas, su sombrero, su caballo y su infaltable plazarte, y me cuenta que los mejores plazartes son los plazartes Vicente hembra, de la zona de Las Lomas de Balzar, ya que son los más suaves y durables y no se quiebran como los plazartes machos.
El plazarte es un bejuco de 1,80 metros, aproximadamente, que tiene diferentes usos como para contar ganado, arrear al caballo, espantar las culebras y como compañero de fiestas, rodeos, jaranas y otros menesteres.
Pero la máxima especialidad de Marcos Vera y única en la región montuvia es la confección de las famosas y antiguas gamarrillas que ya casi nadie hace y que consiste en una «soga zurcida con pelo del rabo y de la crin del caballo», para lo cual pasa horas “desmotando la hebra del pelo” a veces de diferentes colores para luego coserlos en media hora.
Estas elegantes e históricas gamarrillas tienen un altísimo valor sentimental, ya que no se venden y solo se las ofrece de regalo a los compadres, amigos y a los ‘blancos’ y autoridades que asisten a los rodeos montuvios a observar las inigualables destrezas de los jinetes montuvios.
Don Marcos Vera me dice que en las guardianías nocturnas del ganado de la hacienda nunca ha visto ‘finados ni aparecidos’, pero eso sí siempre ve y oye al ‘pájaro fantasma’ llamado también ‘punta de estaca’ con su canto lastimero y aterrador que hasta su caballo se espanta y por eso no se despega nunca de su ‘machete rabón’.
El próximo 22 de octubre en el rodeo de la hacienda Pijío, don Marcos Vera Murillo será homenajeado por ser un ilustre referente de la cultura montuvia del Ecuador.