En tiempos donde los algoritmos dictan los gustos musicales y los géneros globales dominan las plataformas, la memoria sonora del Ecuador parece desvanecerse entre el ruido del olvido. Sin embargo, una voz firme y apasionada se alza desde la trinchera de la comunicación, la investigación y la docencia para recordarnos que la música también es historia, identidad y resistencia. Esa voz es la de Sonia Venegas Paz, periodista, educadora y defensora del patrimonio musical ecuatoriano.
Desde su espacio en redes sociales y el canal digital Gloriavisión, Sonia se ha convertido en una verdadera guardiana de la música ecuatoriana, rescatando del silencio géneros como el pasillo, el albazo, la balada y el bolero. Pero su labor va más allá de compartir canciones: Sonia investiga, contextualiza, nombra a autores olvidados y revive la emoción de generaciones que crecieron con estas melodías como banda sonora de sus vidas.
Una vida guiada por la música y la memoria
El amor de Sonia por la música nacional nació en casa. “Desde muy niña escuchaba estas melodías y los mayores siempre recalcaban el valor de lo nuestro”, recuerda con emoción. Al jubilarse, lejos de quedarse en la quietud del retiro, se hizo una pregunta clave: ¿qué puedo hacer con mi tiempo que además me guste? Así nació su proyecto de vida: preservar y difundir la música ecuatoriana desde una mirada comprometida con la identidad.
Y es que, para ella, cada canción es una cápsula del tiempo. “Me emociona y me transporta a tiempos hermosos, muchas veces alegres y otras tristes. Me traen recuerdos que ahora valoro y atesoro profundamente”.
Una labor silenciosa, pero constante
Sonia no actúa desde los escenarios, sino desde el análisis y la palabra. Escucha canciones en internet, consulta bibliotecas, conversa con músicos, y sobre todo, se compromete con el dato preciso: autor, intérprete, arreglista. Así rescata joyas perdidas como Rosas, un pasillo interpretado en los años 60 por el dúo de Lida Uquillas y Olga Beatriz Valencia, cuya existencia muchos desconocen.
Su canal en redes sociales se ha convertido en un refugio emocional para quienes encuentran en estas canciones una conexión profunda con sus raíces. “Muchos jóvenes me escriben diciendo que esta música les recuerda a sus padres, abuelos o bisabuelos. Eso me llena de satisfacción”, afirma.
El desafío de comunicar lo que no se conoce
Sonia es clara al explicar por qué los jóvenes parecen ajenos a estos géneros: “No se puede querer lo que no se conoce”. A diferencia de su generación, que creció con estas canciones en las radios, en escuelas o en eventos familiares, las nuevas generaciones han crecido sin mediaciones culturales que les conecten con lo suyo.
A pesar de ello, su propuesta no se victimiza. Sonia no busca reconocimientos ni espera apoyos institucionales. Su impulso nace del gozo de investigar y del compromiso de compartir. Su voz ha cruzado fronteras: “Los ecuatorianos migrantes juegan un papel fundamental. La nostalgia es muy grande y la música les trae muchos recuerdos”.
La música no solo se escucha, también se hereda, y gracias a personas como Sonia, la herencia musical ecuatoriana aún tiene futuro.
Educar desde la emoción y el orgullo
Para Sonia, difundir la música tradicional también es educar. Por eso sueña con que las escuelas, colegios y universidades se comprometan más con el arte de conservar la herencia musical del país. “Solo quienes amamos estos géneros musicales podemos hacer algo, desde los docentes hasta los legisladores con proyectos culturales”.
Y aunque no se considera una artista, sí es una referente del activismo cultural. Su consejo a los jóvenes es sencillo y poderoso: “Escuchen. Nuestras canciones tienen mensajes coherentes, de amor, dulzura, afecto, alegría, comicidad… Tenemos de todo”.
Clásicos que todo ecuatoriano debería cantar
Cuando le pedimos que elija tres canciones esenciales del repertorio ecuatoriano, Sonia, fiel a su espíritu generoso, ofrece una lista amplia que va desde Ángel de luz de Benigna Dávalos, hasta El aguacate de César Guerrero Tamayo y Rosas de Manuel Terán Monje. Cada una es una joya que merece volver a sonar en nuestras casas, escuelas y corazones.
Seguir su legado
Para quienes quieran conocer más del trabajo de Sonia Venegas Paz, pueden encontrarla en todas las plataformas digitales:
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- Facebook, Instagram, TikTok y Twitter: @SoniaVenegasPaz
- YouTube: Gloriavision Canal Digital
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Porque la música no solo se escucha, también se hereda, y gracias a personas como Sonia, la herencia musical ecuatoriana aún tiene futuro.
Haciendo eco de la motivación que nos brinda Sonia Venegas con su mirada histórica sobre la evolución de la música ecuatoriana, al finalizar esta nota periodística compartimos El Aguacate: una joya del pasillo ecuatoriano.
Esta canción ha trascendido fronteras, generaciones y estilos, reafirmando que su letra es, y será siempre, un emblema nacional.
Compuesta por César Guerrero Tamayo, El Aguacate es uno de los temas más representativos del país, gracias a su profunda carga emocional y su delicada melodía, que lo han convertido en un ícono del género pasillo.
Hoy lo presentamos en la sentida interpretación de Katie James, artista colombo-irlandesa que ha hecho del folclor latinoamericano su lenguaje universal. Su voz le da nueva vida a esta canción tan querida por el pueblo ecuatoriano, conectando culturas a través de la música.